lunes, 27 de abril de 2009

¿Qué le dijo México a la Influenza?

Me siento ridículo usando el cubrebocas. Voy en el metro, miro a mi derecha y mis compañeros de asiento también traen protegidos sus rostros, lo mismo los de la izquierda. Sigo sintiéndome ridículo pero un poco menos indiferente. Justo ahora miro enfrente hacia la línea de cinco asientos tipica de los vagones más recientes: las cinco personas sentadas, más una que flanquea a la banca de pie y en el costado derecho llevan cubrebocas. Tuerzo la boca por la incertidumbre pero nadie puede verlo.
No sé que pensar: sé que existe un virus, sé que ha habido muertes. ¿Pero esto es real? ¿En dónde están los muertos? ¿Porque no tada la gente trae cubrebocas?
Nunca había visto así a mi querida Ciudad de México, normalmente alegre y dinámica; hasta cinica y jactanciosa de sus problemas habituales: contaminación, trafico e inseguridad.
Ahora luce sola, frágil, con incertidumbre es una ciudad enferma tal y como ocurre con los humanos: desganada y sin querer saber de nada.
Están vacías sus calles, y cuando caminas entre ellas te sientes inseguro, una sensación muy extraña te acompaña, incluso es incómodo.
Observas a la gente con cubrebocas e imaginas cómo son sus rostros, cómo se ve cuando sonríen, o cómo cuando se enojan. Las palabras asoman con dificultad através de sus protectores, éstos en color azul cielo, verde agua, o blanco.
Lo más duro para el mexicano, quien por lo general es muy extrovertido y demasiado efusivo, es el saludar. No se permiten los besos, abrazos, ni siquiera darse la mano. Cuando concluyes un encuentro simplemente te vas, y te das la vuelta sintiéndo como si se quedara inconcluso el momento.
Sigo por el metro con mi cubrebocas. Sigo pensando en que ocurrirá. Paso por una escuela y lo único que escucho es el silencio. La misma sensación al pasar por un parque. ¿En dónde está la gente?
Me quito el cubrebocas, ya me sofocó y pienso si en verdad vale la pena, si en verdad es necesario.
Todo esto es un bache pasajero, algo momentáneo. No me acostumbro a traer el cubre bocas. No me acostumbro a vivir en una Ciudad como la que ahora tenemos.

Ocurre un temblor a lo largo del día y es lo único que nos faltaba. 5.7 grados en la escala de richter. El comentario general: "qué es lo que nos hace falta". Y a mi eso me hace pensar que nada, si el mundo del futuro cada vez será peor no dudo que los mexicanos seguiremos de pie.

Parecía que el temblor minaría los nervios aún más, pero los mexicanos dimos cuenta una vez más de lo que estamos hechos, y todo ello gracias al maravilloso ingenio que tenemos y es que un par de horas llegó un chiste que nos hizo el día a todos, con todo y epidemia:

"¿Qué le dijo México a la Influenza?" "Mira cómo tiemblo" jajajajajaja

En fin, sí hay un futuro estoy seguro que los mexicanos estaremos presentes.

1 comentario:

  1. Míralo desde otro punto de vista: la situación es tan surrealista que parece una película de la que tú eres un protagonista. Tenga un final bueno o malo, al menos saldrás en los títulos de crédito.
    Un saludo desde España!

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